TÍTULO DE LA BARAJA: Bandoleros Valencianos
La baraja está dedicada a los bandoleros valencianos
que camparon por sus respetos durante el siglo XIX por la zona de Benimassot,
que es un pueblo alicantino, encaramado en la sierra de la Almudaina, rodeado
de riscos y piedras, el lugar favorito de los bandoleros para esconderse y dar
sus golpes.
El bandolerismo fue un fenómeno global desde muy
antiguo. Surgió en zonas donde la miseria y, en muchos casos, también la
injusticia se cebaban con algunas personas, colocándolas en situaciones límite.
Este estado de penuria les llevó a la
formación de grupos y bandas organizados con fines delictivos, lejos de las
ciudades, en campos y caminos.
El bandolerismo, que apareció en España durante
el siglo XVIII, tuvo su apogeo en el siglo XIX. En muchos casos las bandas las
formaron antiguos combatientes de la guerra de la independencia contra Napoleón,
que tras finalizar la guerra no encontraron lugar en la sociedad. Su formación
militar y el uso de las armas les facilitaron el paso a la delincuencia. Fueron
bandoleros famosos Luis Candelas, con unas cuevas turísticas en Madrid, el
Tragabuches, el Tempranillo o el Pernales.
Los bandoleros eran asaltantes de caminos, que
robaban y asesinaban a los viajantes que atravesaban zonas despobladas. Durante
el siglo XVIII, Carlos III tuvo que repoblar con alemanes y holandeses Sierra
Morena, un lugar perfecto para las incursiones de bandoleros, fundando varios
pueblos, La Carlota, La Carolina, La Luisiana, Guarromán o Santa Elena. En
ocasiones se ha querido ver a los bandoleros con un cierto romanticismo, como
un Robín Hood a la española, pero no dejaban de ser delincuentes peligrosos. No
dudo que la injusticia social pudo llevar a algunas de esas personas al
bandolerismo, pero de ningún modo se pueden justificar sus actos.
Los palos de esta baraja de bandoleros valencianos son
monedas de Amadeo de Saboya, botas de vino, navajas de bandolero y trabucos.
Amadeo de Saboya reinó brevemente en España, entre
1871 y 1873, como Amadeo I. Tras la revolución de 1868, que llevó a salir de
España a Isabel II, se formaron Cortes Constituyentes para promulgar una constitución
en 1869; era una constitución que fijaba la forma del Estado como de monarquía constitucional.
Tras la expulsión de Isabel II, el problema era elegir a un nuevo rey. El Parlamento,
no sin muchas polémicas, eligió a Amadeo de Saboya, hijo del rey de Italia, con
vínculos familiares con la monarquía española, progresista y masón. Parecía una
buena elección, pero tras un breve y convulso periodo, fue forzado a renunciar
al trono y abandonar el país, tras lo que se proclamó la Primera Republica en
España. El primer palo son monedas con su efigie, los amadeos.
El segundo palo son las tradicionales botas de vino,
que son recipientes de piel con forma de gota, de la que se bebe el vino
apretándolas con fuerza y dejando que salga un fino chorro por la punta. No
parece la mejor forma de disfrutar del vino, pero no cabe duda de que es un
recipiente muy adecuado para trasportarlo en los viajes o en los
desplazamientos y estancias por la montaña, como era el caso de los bandoleros.
El tercer palo son navajas
de bandoleros. Estas navajas tienen en común con otras navajas, como las
barberas o las multiusos, que se pliegan cerrándose dentro de unas cachas
rígidas protectoras, por lo que se pueden llevar en el bolsillo o en el
cinturón. La diferencia de estas navajas con el resto es que tenían un
fenomenal tamaño que las aproximaba más a una pequeña espada que a otra cosa.
Finamente el cuarto
palo, los trabucos, que son armas de fuego cortas, como escopetas de cañón
recortado, propicias para los asaltos, de un calibre muy grueso y con el cañón
acabado en una característica forma de campana. Nadie imaginaría a un auténtico
bandolero sin un buen trabuco.
La baraja se basa en
dos cuentos escritos por Francisco Pascual Soler, profesor de primaria en el
colegio San Roque, e ilustrados por César Villaplana Peña, El Tresor de
Benimassot y La plata de Gaianes. Los personajes de bandoleros que aparecen dibujados
en las dos publicaciones son los reflejados como las figuras de la baraja en
sus cuatro palos. Las ilustraciones de amadeos y trabucos son del El Tresor de
Benimassot y las de botas y navajas de La
plata de Gaianes.
En El Tresor de Benimassot, se cuenta como una cuadrilla de treinta y cuatro roders, nombre que se les daba en
Valencia a los bandoleros, comandada por Josep de la Tona (el rey de amadeos) deciden
asaltar a los asistentes a la misa de las seis de la mañana, del último domingo
del mes de febrero de 1874. Normalmente no bajaban a los pueblos, sino que se limitaban a asaltar
a los viajantes, pero esta vez fue un golpe más osado saqueando a todos los
habitantes del pueblo de Benimassot.
Por su parte, en La plata de Gaianes se cuenta como
fue perpetrado el robo al Banco de España de Valencia en 1871 por parte de unos
hermanos del pueblo de Gaianes, los Seguí. En base a esta historia, Pascual da
forma a un cuento en el que unos niños, convertidos en bandoleros, recuperan el
dinero que un rey corrupto les ha arrebatado a los labradores de la pequeña
población de El Comtat. El robo del Banco de España fue un golpe bien
planificado por Josep Ramon, el Zurdet, y Enric Seguí, una operación digna de
ladrones contemporáneos en la que intervinieron al menos una decena de personas;
se llevó a cabo durante el reinado de Amadeo de Saboya. El tercer hermano Seguí,
el más famoso, Camil (la sota de botas), estaba por entonces
encarcelado en Cartagena. Para dar el golpe
organizaron un complejo plan que incluyó el alquiler de una casa en las
proximidades del banco, en la entonces llamada Plaza de las Barcas. Desde la
casa excavaron un túnel que les llevaría hasta situarse justo debajo del Banco
de España, que entonces se encontraba en la plaza de la Congregación, hoy de
San Vicente Ferrer. Desde allí excavaron otro túnel vertical para hacer un
butrón por el que accederían a la cámara acorazada. El problema fue que cuando
llegaron les esperaba la Guardia Civil escondida dentro del banco. Con el paso
del tiempo, los Seguí pasaros de ser unos bandoleros algo románticos, del robo
a los ricos para dar a los pobres, a convertirse en asesinos violentos,
sicarios a sueldo capaces de cometer cualquier tipo de crimen. Finalmente,
Camil Seguí fue asesinado el 9 de febrero de 1873, la víspera de la abdicación de Amadeo de Saboya.
Lo mataron en Rafelguaraf, donde se había ocultado tras su última evasión de la
cárcel.
En la época en la que los bandoleros valencianos
cometían sus crímenes, en EE.UU., en el salvaje oeste, cometía los suyos Billy
el Niño y Jesse James, con los que tuvieron notables paralelismos.
Otros bandoleros valencianos de la época fueron Micalet
Mas (el rey de navajas de bandolero), el Tio Joan de la Marina
(la sota de navajas de bandolero), Pinet (la sota de amadeos), Mixana de
Castell (el caballo de navajas), El Rajoler de Ador (el caballo de botas),
Jaime el Barbudo de Crevillente (el rey de trabucos); Camot de Játiva (el
caballo de amadeos), el Gato de Carlet (el caballo de tabucos), el Manco de
Calderón (el rey de botas) o el Macareno (la sota de trabucos). Como los
forajidos del oeste de Estados Unidos o los gánsteres de Chicago, los
bandoleros valencianos se intentaban eliminar los unos a los otros para
controlar más territorio. El primero de los asaltantes al Banco de España en
morir fue Baiona, en junio de 1871, apenas dos meses después del robo, a manos
del temible Micalet Mas, al que intentó matar de un escopetazo en la puerta de la iglesia de
Llosa de Ranes, como en el Padrino III, a la salida de una boda. Pero falló y
Mas le arrebató el arma y lo mató a culatazos. Por su parte, Micalet Mas fue
asesinado en 1875 por otros dos presidarios mientras cumplía condena en la
cárcel de San Miguel de los Reyes.
En estos libros los niños se sienten
protagonistas emulando las andanzas de los bandoleros, con los que se sienten identificados
al ser valientes, aventureros y atrevidos, es decir, mostrando el aspecto más
atractivo de los personajes pero ocultando el más siniestro, como en Piratas
del Caribe. Yo no estoy seguro de que sean el ejemplo a seguir, aunque se haga
con la intención de enseñar historia.
La baraja tiene formato español, como no podía
ser de otro modo, con tres figuras, sota, caballo y rey, y números del 1 al 7.
La orla de los naipes está hecho con palos atados en las esquinas, con cero,
uno, dos o tres cortes, según el palo. En las figuras no parece que haya una
diferencia entre ellas que dé más importancia al rey que a la sota. Únicamente se
diferencian las figuras de los 11 ya que van a caballo.
PALOS: Amadeos, botas de vino, navajas de bandolero y trabucos
AUTOR: César Villaplana Peña
FECHA DE ADQUISICIÓN: 2018
LUGAR DE ADQUISICIÓN: Internet
EDICIÓN: Sin referencia
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